jueves, noviembre 02, 2006

TALLER PENITENCIARIO PARA MENORES PRESOS :LIBERANDOSE A TRAVES DEL ARTE.






Taller penitenciario para menores presos
Liberándose a través del arte.


Por Augusto Hernández

Aunque niños poco supieron de juguetes, salidas familiares y pasteles de cumpleaños, lo suyo fue la calle, la mano rápida sobre la cartera, huidas y nubes cotidianas de droga, balas y muertes de amigos.
Son los menores participantes del taller “Jóvenes encarcelados liberándose a través del arte” del centro de detención preventiva Santiago (CDP), conocido más comúnmente como cárcel de Puente Alto. A los pies de la cordillera de los Andes el lugar es un complejo que ocupa un vasto sitio donde se acaban las calles y comienza el ascenso hacia cumbres nevadas de los Andes.
Decenas de edificios ordenados numéricamente ocupan módulos que a lejos aparecen como pulcros departamentos pero que en sus cercanías muestran el fragor de los motines y las huellas del humo en las ventanas externas. Antenas de televisión coronan los techos y se oyen los gritos destemplados como: “tengo hambre”, “hoy es jueves” o “vengan a la torre cuatro”, emisiones a grito pelado que piden a la mamá o la novia en la vista.

Los menores infractores están en una sección de “cárcel modelo”y aunque tienen duchas de agua caliente, pisos de baldosa, jardines con pasto natural y comen exactamente la misma comida que los gendarmes, no olvidan que son niños y están presos como cualquier adulto.

La profesora Ana María López desarrolla el taller de “Dramaturgia y teatro latinoamericano”, ella tomó la obra de teatro Joaquín Murieta de Pablo Neruda. La adaptó para ser representada por jóvenes y por eso tuvo que omitir a todas las mujeres del guión.
Luego se embarcó en una tarea de algo que parecería simple pero resultó complejo, el enseñar que los personajes dialogaran sin llegar a la violencia o la agresión.
Ella cuenta que antes del taller los jóvenes no sabían que Murieta había sido un importante ladrón chileno que robó oro en tierras norteamericanas, hoy ella se alegra de ver como actúan y hablan de hablan de hampones, chorizos y de cada una de sus duras infancias.

Por su parte Alejandro “Mono” González se siente satisfecho con la experiencia de su taller de Plástica y Muralismo, él se ríe cuando cada jueves una treintena de voces encarceladas le gritan “Fitipaldi” por su parecido al personaje de Ulises Morales en película taxi para tres.
Este fundador de las BRP, ya marcó el espacio penitenciario con un mural de más de cinco metros de ancho en que pintó un cristo indio con brazos abiertos, llagas y una corona de espinas. Logró que una pared blanca de aburrimiento y encierro se trasformara en un colorido espacio que recrea esperanza de lianas verdes y palomas que miran el cielo de la libertad. El “mono” también los ha hecho pintar recuadros en madera terciada y técnica de serigrafía; “Me gustó ver que un joven se sacara la polera para estamparla con un grabado, porque eso demuestra que lo que aprenden lo usan inmediatamente como algo práctico”, sostuvo el artista plástico que cuenta sus experiencias en:http://monogonzalez.blogspot.com

El magíster en Estudios Latinoamericanos Cristián Uribe cada domingo realiza su taller de cine, exhibió con buena recepción “Ciudad de Dios” de Fernando de Mireyes, “Muertos de la Risa” de Alex de la Iglesia y se cuando mostró “La ley de la calle” de Coppola se contentó con que los chiquillos descubrieran que un film en blanco y negro podía entretenerlos y contar experiencias de jóvenes tan marginados como ellos pero en Estados Unidos. Otro día él se sorprendió del goce musical que provocó “Milla Ocho”, la película que retrata la vida del cantante rapero Eminem.

Finamente Luis Klener coordinador de la iniciativa, señala que gracias al Fondo Nacional de las Artes y la Cultura se pueden hacer talleres que le dan dinámica a una vida carcelaria generalmente aburrida y plana: “Que vengan profesionales de alta calidad e interactúen con jóvenes presos nos dignifica a todos. La mayoría de los jóvenes encarcelados nunca en sus vidas tuvieron oportunidad de acercamiento al arte y la cultura. Además, los profesores se motivan porque ven una utilidad práctica inmediata de su trabajo, provoca impulsos para nuevas creaciones y se establece un contacto directo con niños y jóvenes que son marginados por el modelo, incluso antes de que nazcan. Los talleres, son una herramienta para la educación y la convivencia”.


Mural: n-35 de el arte brigadista